Enseñar Arquitectura – La Crítica Constructiva – Arq. Di Costa
La Crítica Constructiva
Enseñar arquitectura
Cuando se dictan clases sobre la industria de la construcción o la arquitectura se habla de múltiples aspectos, en su mayoría, relacionados a términos constructivos, tecnológicos, ecológicos, urbanos, legales, cuestiones de diseño, creatividad, calidad, costos, pesos, dólares, inversión… En una mirada un poco más detallista, encontramos la vinculación con la naturaleza, los recursos productivos, el impacto ambiental, las razones ecológicas y demás. En fin, muchos importantes temas los cuales pueblan escritos, páginas de internet, temas que, en ocasiones, atraen a un gran público. En estos años descubrí otra cara de la arquitectura, faceta donde resulta determinante lo social, lo humano. Digo determinante porque una obra no la puede realizar una sola persona… siempre se necesita de un pequeño ejército armado con termofusoras, llaves de tuercas… y estos grupos son muy variados, compuestos por personas de distintas clases sociales, diversas nacionalidades, culturas, costumbres, también distintos pasados, variopintas motivaciones, dispares ambiciones, desiguales intereses, desemejantes historias de vida, las cuales son concluyentes en cómo esa persona va a desempeñarse en su puesto de trabajo. Empezando por su actitud, sus ganas, su energía, los intereses que defiende, por qué lo hace, por quién lo hace, qué espera obtener, qué resultado sueña alcanzar.
En definitiva, vale preguntase entonces ¿a quienes afecta o involucra y de qué manera lo hace la arquitectura?
La arquitectura es el arte de proyectar y construir edificios, pero de nada vale hacerlo sin ser conscientes de lo creado o del impacto que generamos o podríamos generar. Hay mucho más en juego que honorarios, o el nombre grabado en una placa dispuesta en el frente de un edificio reconocido y valorado. En el transcurso de una obra, el aspecto humano y social resulta indispensable. Mucho podemos hacer por quienes nos rodean en una obra. El interés por el otro marca la diferencia.
Si en un proceso estamos tan preocupados por el hecho constructivo y no se le brinda absoluta importancia a nada ni nadie que no tenga que ver exclusivamente con ese hecho, la obra se realizará, y muy probablemente se materialice en el tiempo acordado, con la calidad pactada y el costo estimado, respetando los índices de producción esperados. Pero obtendremos nada más que el edificio solicitado con el beneficio correspondiente, pudiendo haber arribado al mismo resultado con algunos logros mayores, como una mano de obra más calificada respecto de la que comenzó la obra, con otra visión sobre su futuro, con ganas de progresar, con un más alto respeto por los profesionales, con un elevado reconocimiento por él mismo y sus compañeros.
Transmitimos valores, intereses. Horizontes…
Desde una mirada técnica a través de la descripción de las distintas tareas de obra encontraremos a diversas figuras cumpliendo sus roles. Todos ellos, a la hora de controlar y entablar una relación con la mano de obra, verifican que la envolvente, la espacialidad, la estructura, el entorno, la naturaleza y demás aspectos asociados automáticamente a la arquitectura, quedan a un lado, y es allí donde se piensa en quiénes verdaderamente ponen sus manos, físico, fuerza, salud, tiempo, y tristemente, sea por negligencias, falta de dirección u otros motivos, muchas veces, ponen hasta sus vidas en juego durante la materialización de una obra.
Enseñemos arquitectura, mostremos todas sus facetas.
Por Gustavo Di Costa (*)
(*) Arquitecto. Profesor de la Facultad de Arquitectura en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE). Co-Director de ConTécnicos SRL, empresa dedicada a la capacitación en temas de arquitectura y construcción (www.contecnicos.com.ar).