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La Crítica Constructiva

Y ya que estamos....

LA CRÍTICA CONSTRUCTIVA

Y ya que estamos…

¿Vio que hay algunas frases que son capaces de congelar el alma más templada? Por ejemplo, no me diga que no siente un frío en la médula cada vez que ante la reparación de un equipo o de su automóvil, el especialista al cual recurrimos suelta la sentencia: “Y qué te puedo cobrar”. Me mentiría sin piedad si no me confiesa que la frase “Estaba a punto de llamarte” no le suena tan improbable como el disfraz del “Hombre araña” que puede encontrar en cualquier “Trencito de la alegría”.

En este contexto, una máxima letal recorre las obras en construcción. La misma es pronunciada con seguridad por nuestro comitente, quien contemplativo, evalúa las posibilidades de su proyecto: «Y ya que estamos…»

La sentencia puede ser precedida de cualquier encomienda, como por ejemplo: “Y ya que estamos pongamos una monocomando” o bien “Y ya que estamos construyamos ahora la piscina con trampolín y todo”.

Esa frase suele ser más que bienvenida tanto por el Jefe de obra (representante de la empresa constructora) como por el Director de obra (delegado del estudio de Arquitectura o profesional independiente). La razón del regocijo suele plantearse en dos cuestiones muy puntuales y específicas. Para el primero de los roles profesionales mencionados, el “Y ya que estamos” se traduce en un “Adicional” formulado sabe Dios con que combinación de variables que siempre, pero siempre, se pueden justificar. Para el Director de obra, el “Y ya que estamos” representa un incremento de sus honorarios profesionales, toda vez que los mismos pudieron ser pactados en proporción al monto total de la obra a realizar.

Ahora bien, Usted se preguntará, si ambos profesionales ubicados en la cúspide jerárquica de la organización y administración de la obra permanecen tan contentos, por qué se supone que la frase suena tan temeraria. Podríamos sintetizarlo de esta forma: “El diablo es hábil para entretener”. La suma de “Y ya que estamos” es directamente proporcional a la ambición de cada parte. Es posible que se cree un escenario el cual pueda atentar contra los intereses de nuestro comitente, el cual se vería expuesto a sobreprecios, si de un accionar poco claro estamos hablando.

Desde luego que es posible plantear cambios en las características dimensionales o materiales de la obra mientras la misma se encuentra en ejecución. No necesariamente una modificación del proyecto original bajo la fórmula del “Y ya que estamos” conlleva en todos los casos a un accionar turbio. Pero aclaré hace unas líneas que “el diablo es hábil para entretener”… Ni hablar como se esmera Mefistófeles cuando el comitente es el Estado.

Entonces, una solución posible ante un “Y ya que estamos” -además de cobrar lo que corresponde en concepto de honorarios y adicionales-, radica en brindar ciertos valores  establecidos en los costos unitarios de cada ítem, de modo que de surgir modificaciones al contrato original dichos puntos se contemplen preacordados de alguna forma.

Por supuesto, no es lo mismo en cuanto a retribución monetaria un “Y ya que estamos” durante el desarrollo de la obra que uno explicitado cuando el retiro de la construcción de los recursos de producción (materiales, mano de obra y equipos) se ha concretado.

Por todo lo expuesto, y a sabiendas que el “Y ya que estamos” siempre puede ser una posibilidad, quizás convenga resolverlo antes de que se produzca, amparando ciertas variables que, llegado a este punto, puedan solucionar de la forma más ecuánime el nuevo encargo.

“Ya que estamos en el baile… ¡bailemos!”

Pero bailemos una que sepamos todos.

 

Por Gustavo Di Costa (*)         

 

(*) Arquitecto. Docente de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Palermo. Profesor de la Facultad de Arquitectura en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE). Co-Director de ConTécnicos SRL, empresa dedicada a la capacitación en temas de arquitectura y construcción (www.contecnicos.com.ar).

Gustavo Di Costa [dicarq@yahoo.com.ar]

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