La palabra prefabricar, posiblemente de origen escandinavo originada aproximadamente en 1950 indica la tarea, de unir en un galpón con techo cubierto, los insumos producidos por fabricantes de componentes para en peso no mayor de cincuenta o sesenta kilos (para prescindir de grúas) ser empaquetados y etiquetados para luego ensamblarlos rápidamente en la obra, o sea, pre-fabricar es a cielo cubierto y ensamblar es a cielo abierto.
Lamentablemente, en la Argentina, se llama prefabricadas a casillas, por lo general de muy bajo confort que se arman como paneles escenográficos en pocos días.
De ahora en adelante llamaremos pre-fabricación a esta palabra con guion.
