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Dígame Ingeniero, ¿que es mejor, el Pavimento Asfáltico o el de Hormigón?

DÍGAME INGENIERO, ¿ES MEJOR EL PAVIMENTO ASFÁLTICO O EL DE HORMIGÓN?

Acercando la vialidad a los arquitectos Nº 012

SEPTIEMBRE 2022

Por Julián Rivera

Aquellos que realizamos algún tipo de actividad asociada al diseño de los pavimentos y su materialización, en algún momento de nuestra actividad (en realidad en varios de ellos) nos hemos encontrado con la consulta de si ¿es mejor el pavimento asfáltico o el de hormigón? Así, sin más.

Ese tipo de consultas a veces nos viene de algún allegado que no guarda relación con la temática; digamos, de puro curioso nomas. Pero otras veces nos llega de personas que luego van a dar difusión a lo que digamos o que, de algún modo, se relacionan con la actividad; pero no con la base mínima conceptual deseable, como es claro.

La idea del artículo de este mes sería esbozar algunos conceptos relacionados con la respuesta técnica a tal consulta.

Generalmente, cuando el común de la gente piensa al respecto lo primero con lo que se relaciona es con un costo asociado a los materiales que involucrarían ambas opciones y, más específicamente, a los materiales que “se ven superficialmente”.

En función de lo que hemos volcado en los artículos de esta sección, el lector ya tiene una parte de la respuesta a dar en tal sentido. El pavimento no lo constituye solo la capa de rodamiento (asfáltica o de hormigón), sino también aquellas capas subyacentes que conforman en su totalidad el “paquete estructural” (subrasante mejorada, subbases y bases, si es que existieran). Por lo tanto, si de costos iniciales hablamos, debería compararse al menos aquellos relacionados con la conformación de la totalidad de esos “paquetes” para una situación en particular.

Esto a su vez, como ya hemos visto, dependerá de la demanda durante la vida útil del pavimento; lo cual en la mayoría de los casos se ubica en un umbral mayor en los pavimentos rígidos (para llamar de mejor modo a los de “hormigón”) que en los pavimentos flexibles (versión más extendida de los “asfálticos”). Entonces, ¿cómo comparar una alternativa con otra? Y, utilizando complejas herramientas que involucren todos los costos de obra a lo largo de un plazo de análisis dado, los valores remanentes del pavimento diferentes en cada caso y los costos de operación para los usuarios a lo largo del tiempo (también diferentes pues se relacionan con la calidad de las condiciones de circulación de cada caso a lo largo del tiempo). En definitiva, una tarea laboriosa cuando se aplican en una situación dada e imposible cuando se trata de dar una respuesta al paso.

 

Pero, supongamos que por algún designio del destino se pudiera pensar en ecuaciones económicas comparables cuando evaluamos el plazo de análisis, ¿puedo decir que tecnológicamente ambas opciones tienen la misma validez para su aplicación en una obra dada? Ya les anticipamos la respuesta: No.

No en todos los lugares el cemento asfáltico y el cemento portland tienen la misma relación de costos (hay zonas cementeras y zonas asfalteras, por así decirlo). No todos los agregados que sirven para elaborar un hormigón sirven de igual modo en la elaboración de una mezcla asfáltica, y viceversa. No en todo lugar se cuenta con una planta para elaborar mezcla asfáltica con la misma disponibilidad que la planta para elaborar hormigón, y viceversa. No toda obra se encuentra ubicada al alcance lógico de la distancia máxima de transporte y tiempo de colocación que una mezcla asfáltica en caliente puede implicar o que un hormigón puede acarrear previo a su fragüe inicial. No todo emplazamiento de obra cuenta en sus alrededores con mano de obra capacitada para materializar tanto un pavimento rígido como flexible, ni los equipos necesarios para distribución y compactación de ambas opciones. No en todo lugar se puede contar con las posibilidades de establecer desvíos de tránsito, en espera que se cumplan los tiempos de curado del hormigón. Etc., etc., etc.

Todos estos son aspectos que no imposibilitan la obra con una alternativa dada, sino que involucran otros “componentes de costo” adicionales (alquiler de equipos, capacitación, transporte de materiales, etc.).

Por todo lo expresado, la respuesta técnica que no elude la pregunta sino le da valor profundo será “depende”. Porque si fuera definitoria, o es tendenciosa o ignora de algún modo lo que aquí hemos comentado.

Nos seguimos leyendo.

Julián Rivera

Doctor en Ingeniería de Materiales UTN

Magister en Transporte y Logística UTN

Ingeniero Civil UTN

Subdirector LEMaC

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