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La Canilla de Sarmiento

LA CANILLA DE SARMIENTO

Para escribir nuestra propia historia

Por Gustavo Di Costa

Don Justo José de Urquiza asumió por primera vez la gobernación de la provincia de Entre Ríos, Argentina, en el año 1842, siendo reelecto en su cargo en 1845 y nuevamente en 1849 y 1853. Los actos de gobierno de este caudillo entrerriano pusieron en evidencia su enfoque progresista, fomentando la agricultura, estimulando el comercio, promoviendo industrias y fundando escuelas en las que implantó la enseñanza gratuita.

El cristal de la historia, ese capaz de reconstruir sus principales virtudes y defectos, será el encargado de validar sus logros y señalar sus errores. Pero un hecho significativo remarca el carácter emprendedor y visionario de este audaz empresario y político.

El Palacio San José, su residencia ubicada en el Departamento Uruguay de Entre Ríos, contaba con un sistema de distribución de agua de notable tecnología para su época. Gracias al mismo, el agua potable era extraída por bombeo mecánico de los pozos y almacenada en un voluminoso tanque de reserva. Por diferencia de nivel, el agua circulaba con la presión suficiente para alcanzar cada uno de los cuartos de la residencia en donde su presencia era requerida. Por otra parte, el agua de lluvia era recolectada mediante rejillas las cuales se conectaban a través de una red con distintos pozos de acumulación. Este líquido era utilizado para el riego de los amplios jardines y la limpieza del palacio.

Dichos adelantos técnicos, inéditos para 1850, fueron aplicados quince años más tarde en la moderna ciudad de Buenos Aires. Urquiza había importado desde Francia todos los accesorios y cañerías para materializar este innovador sistema de circulación de agua en su residencia.

Cuenta la historia que el por entonces Presidente de la Nación, Don Domingo Faustino Sarmiento, recibió el convite de Urquiza para que lo visitase en su residencia y allí tratar temas de importancia para ambos. Sarmiento, con la acidez e ironía con la que teñía sus comentarios, expresó que aceptaba la invitación del caudillo para visitarlo en su “rancho de la provincia de Entre Ríos.”

Enterado Urquiza del comentario mandó a instalar en la habitación de huéspedes donde se alojaría Sarmiento una canilla, capaz de abastecer de agua al ilustre visitante sin que tenga la necesidad de abandonar su cuarto. Al arribar el sanjuanino al lugar y ver este novedoso sistema funcionando comentó, rendido ante la contundencia del avance: “ahora sí me siento un presidente.”

Muchos años después de esta anécdota, miles de nuestros compatriotas y otros habitantes de la región carecen de esa canilla que les provee el agua necesaria e imprescindible para sus vidas. Hoy, y para rendir homenaje a esos hombres que, con errores y virtudes dibujaron nuestro camino, debemos poner manos a la obra.

Para escribir nuestra propia historia.

Por Gustavo Di Costa (*)

(*) Arquitecto. Docente de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Palermo. Profesor de la Facultad de Arquitectura en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE). Co-Director de ConTécnicos SRL, empresa dedicada a la capacitación en temas de arquitectura y construcción (www.contecnicos.com.ar).

Gustavo di costa [dicarq@yahoo.com.ar]

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