El rol de «Dirigentes» – La Crítica Constructiva – Arq. Di Costa

La Crítica Constructiva
El rol de «Dirigentes»
La historia de la industria de la construcción en nuestro país no destaca grandes grupos organizados trabajando en la capacitación de otros. Las denominadas “Reglas del Arte” surgen sistemáticamente, por ensayo y error, acumulando el operario una mayor o menor capacidad en base a la posibilidad de repetitividad que la tarea pudiese representarle. El trabajo dentro de la construcción representa un desafío grupal. En primera instancia, porque resulta necesario obtener un dominio sobre la materia prima, dado su peso, forma de llegada al puesto de trabajo, transformación físico-química, etc. La dignidad de una tarea bien ejecutada no sólo representa un mérito para el trabajador, sino que conforma un espejo de experiencia y capacidad en el cual las nuevas generaciones deberían reflejarse. Entonces, la labor de la mano de obra, más allá del frío cálculo de la productividad, representa un notable esfuerzo, sacrificio y fatiga. En una construcción, independientemente de su destino o escala, intervienen diferentes capacidades laborales, especificidades las cuales dinamizan el estrato profesional hasta al obrero no especializado -quien bajo la categoría de Ayudante- se encarga de cubrir las tareas más concretas de la labor diaria.
Por todo lo analizado hasta aquí, podemos acordar que la construcción conforma un sector de la industria destinada a satisfacer -desde el punto de vista laboral- a diversos beneficiarios. Ello implica que el “problema del trabajo”, o de las relaciones interpersonales entre “Dirigentes” y “Dirigidos”, adquiere aquí un trascendente desarrollo. Quizás no exista otra industria o negocio donde se requiera más dedicación personal que en el de materializar edificios. La construcción, como industria, permanece íntimamente ligada a las personas. En realidad, los verdaderos artífices del hecho construido, por cercanía, pericia y capacidad práctica, son los obreros, quienes independientemente de su categoría, brindan su trabajo y experiencia. La labor de los operarios se orienta a servir en forma directa al hombre y a la familia, satisfaciendo elementales necesidades de supervivencia, que en este nuevo siglo, se tornan cada vez más numerosas y urgentes. En definitiva, el nivel de vida de un hombre se mide por el grado en que puede proporcionar, a sí mismo y a su familia, lo necesario para sustentarse y disfrutar de la existencia. ¿Cuántas veces los profesionales dirigentes -ingenieros civiles, arquitectos, maestros mayores de obra, técnicos, etc.- reflexionamos respecto de la calidad de vida de esos trabajadores? Seguramente, si sinceramos la respuesta, lo hacemos menos veces de las debidas. Dichas reflexiones pueden llevarnos a considerar de otra manera el trabajo puesto a prueba día tras día por nuestros operarios. Las variaciones ocupacionales dentro de una empresa constructora devienen no sólo del hecho de que las obras conforman, por naturaleza, trabajos temporarios, los cuales una vez concluidos no ofrecen posibilidad de ser instrumentos de producción u ocupación, sino también, de presentar las mismas obras, durante el período de su ejecución, etapas de distinta absorción de mano de obra.
El rol de dirigentes conlleva la responsabilidad de gerenciar el bien común. No exclusivamente el bien en términos económicos, sino también -o fundamentalmente- en términos humanos.
Por Gustavo Di Costa (*)
(*) Arquitecto. Profesor de la Facultad de Arquitectura en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE). Co-Director de ConTécnicos SRL, empresa dedicada a la capacitación en temas de arquitectura y construcción (www.contecnicos.com.ar).