APRENDIENDO DE LA ARQUITECTURAArq. Gaston MichelArquitecturaPortada

Nota Nº 001/2023: El Espacio Fluído (Parte 1)

ARQUITECTURA

APRENDIENDO DE LA ARQUITECTURA

NOTA Nº 001/2023:

EL ESPACIO FLUIDO (PARTE 1)

Por Gastón Michel

Plantas: muros sueltos y espacios sucesivos

Para muchos autores, el espacio fluido es el gran triunfo del Movimiento Moderno y una de sus mejores y más influyentes herencias. Si bien, y como sabiamente lo menciona entre otros Peter Collins, hay también quienes sostienen que el espacio fluido no es exclusivo del «moderno» sino que es un patrimonio histórico pretérito, o algo así. Para esta oportunidad, y con el único fin de obtener un aprendizaje útil que merezca aplicarse a diseños contemporáneos, consideraremos que el espacio fluido es el que se origina en los proyectos de Frank Lloyd Wright al comenzar el siglo XX en sus Prairie Houses y que ese antecedente es tomado, desplegado y exponenciado por el Neoplasticismo  después de conocer la Carpeta Wasmuth mediante la que el maestro norteamericano difundió su obra en Europa después de 1910, y también que la máxima expresión original de este paradigma moderno es el Pabellón Mies de 1929 en Barcelona.

Con el respeto que merecen las posiciones que consideran que el espacio fluido ha existido mucho antes que la Revolución Industrial originara la estructura independiente, he decidido oportunamente referirme al espacio fluido como el «Espacio Fluido Moderno», de tal manera que con ello dejo en claro, que, más allá de cuándo, cómo y dónde hubo existido espacio fluido en el mundo, yo aludiré al aparecido en el siglo XX de la mano de Wright primero, de Theo van Doesburg y Gerritt Rietveld en nombre del Neoplasticismo después y, finalmente, de Mies van der Rohe en Barcelona y Brno, y, aunque de manera tal vez menos evidente, de Le Corbusier y su Planta-Libre en sus villas de la década del ´20 y sus museos y casas de la década del ´50.

El Espacio Fluido Moderno se caracteriza por descomponer el espacio interior de la caja arquitectónica, disminuyendo y minimizando, sin llegar a eliminarlos del todo, los tabiques divisorios interiores de manera de hacer desaparecer el «recinto», es decir aquel ámbito interior delimitado sólidamente por «cuatro paredes y un techo». Una planta tradicional se constituye interiormente -y deberíamos decir «funcionalmente»- de un conjunto de «cajas» o ámbitos cerrados y delimitados en todo su perímetro por un muro ciego e intercomunicados con los otros cuartos y con el exterior mediante angostas aberturas, de manera de predominar en su derredor el lleno sobre el vacío. Una Planta tradicional es una sumatoria de recintos autónomos adosados, casi independientes unos de otros, más cerrados que abiertos y con escasa comunicación con su alrededor. Asimismo, Alvar Aalto mostró, con su proyecto para el Centro Urbano de Seinajoki de 1958-65, que el Espacio Fluido Moderno no es de aplicación excluyente a los interiores de los edificios, sino que también es pertinente y con muy interesantes resultados, en la organización espacial de la ciudad. En Seinajoki, Alvar Aalto propone para cada función un edificio aislado y cada uno con la estética que mejor responde a su función, todos vinculados por una Plaza que da unidad al conjunto.

 De esta manera obtiene pluralidad formal y fugas de visuales en todas direcciones que hacen al conjunto permeable y variado, haciendo «fluir» el espacio entre Plazas y Jardines.  

Espacio fluido no sólo existe en la arquitectura, pues se encuentra y con cierta habitualidad en la naturaleza, desde ya en aquellos ambientes naturales que se conforman con múltiples elementos diferentes, como arboledas, cursos de agua, cascadas o lomadas y montañas. Estos ambientes naturales cargados de formas ubicadas al azar, unas delante de otras, algunas en primer plano y otras situadas más lejanas, posicionadas de manera sucesiva unas detrás de las otras, ofrecen una visión muy rica y atractiva, objetos en primer plano y lugares semi ocultos que despiertan la curiosidad y la imaginación, y son un buen modelo para que se reiteren ideas similares en la organización del espacio arquitectónico.

El espacio fluido moderno es tal vez la manera más simple y económicamente accesible para dotar de la rica estética ambiental que toda obra arquitectónica requiere para hacer más agradable el medio en que se desarrolla la vida humana. La integración de los ambientes y la desaparición de los recintos, los que antes se concebían separados y autónomos, en la modernidad ha mejorado la calidad del espacio, tanto estética como funcionalmente. El espacio fluido moderno nos permite estar en un sector de la Planta y al mismo tiempo percibir  visualmente otros espacios vinculados, es decir que admite extender las vistas más allá del ámbito determinado que uno ocupa, enriqueciendo la experiencia espacial. La integración espacial se adapta mejor a las nuevas formas de vida de la mayoría de las familias, a las más actuales maneras de compartir las tareas en las oficinas, a mejorar el disfrute de las actividades recreativas en hoteles o clubes, o a generar recorridos continuos y exploratorios en salas de exposiciones y museos, pues permite que varias personas realicen simultáneamente actividades distintas en varios compartimentos sucesivos y que todas sus acciones se desarrollen adecuadamente en el apenas delimitado espacio específico que cada una de ellas  funcionalmente necesita pero sin eliminar por completo la participación de todos los usuarios en todas ellas, aunque esa participación, por lo general, pueda darse de manera visual y auditiva únicamente.

En parte ya no se estila de modo unánime que el personal de servicio conviva en la casa de sus amos y aunque en algunos casos así fuera, ahora se acostumbra que los dueños de casa se ocupen ellos mismos de algunas actividades antes sólo reservadas a sus mucamos, cocineros o mayordomos, lo que implica que no sea una exigencia categórica la sólida separación de los sectores de uso diurno de la casa. Por otra parte, el acceso a la obra de arquitectura se ha expandido a casi toda la población de clase media, que no dispone de aquel viejo sistema de servidumbre permanente y que construye sus viviendas con menores superficies y las usa de manera más intensiva, en particular en lo que refiere al área social de la casa. Para conseguir la riqueza espacial, funcional y estética de una vivienda de clase media, construcción otrora menor, y para que ahora se conciba como una obra de arquitectura donde resulte más atractivo convivir, basta con procurar la fluidez del espacio, eficacísima manera de lograr calidad con economía de recursos, sin apelar a las grandilocuencias ni  a las enormes superficies de un palacio, ni a complejas morfologías, ni a costosas decoraciones.

Una casa de dimensiones reducidas pero con espacios integrados, favorece que todos sus ámbitos se utilicen evitando salas vacías, mejora la convivencia y asemeja ser de mayor tamaño. El espacio fluido moderno se consigue integrando ambientes y evitando recintos, y la obra puede ser simple pero estar espacialmente enriquecida y acrecentada su utilidad y estética ambiental con ese recurso moderno, y ello la exceptúa, para ser buena arquitectura, de necesitar ser una obra basada en la extravagancia visual, la excesiva superficie y de requerir para construirla de un costo exorbitante, lo que tanto está proliferando en la sociedad del espectáculo de hoy.

Autor Gastón Michel, arquitecto

Derechos Reservados a nombre del autor y del Libro «Aprendiendo de la Arquitectura», Editorial Diseño (CP67), Buenos Aires, 2020

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