PASADO PRESENTE Y FUTURO DE LA INTEGRACIÓN SOCIAL
- La economía keynesiana
El período comprendido entre 1945 y 1970 fue la etapa más importante en la inclusión del segmento de trabajadores manuales por cuenta ajena al tejido social de sus pueblos, mediante las organizaciones políticas que a partir de la conquista del sufragio universal les permitieron aspirar a tener una participación activa en los asuntos públicos por medios estrictamente democráticos.
Una ayuda importante para que ello aconteciera fue la solución que propuso John Maynard Keynes para la crisis del ‘30. El fortalecimiento de la demanda de bienes y servicios tenía un correlato inmediato en el mejoramiento del salario y en una mayor participación del Estado en las decisiones económicas, que se involucraba así como garante de las conquistas obtenidas, lo cual se traducía finalmente en una profunda redistribución de la renta y de la riqueza.
Hoy y desde 1974 en Bangladesh, esa etapa ha sido complementada y superada, por el CAPITALISMO ÉTICO.
En Occidente, principalmente en Europa, el modelo keynesiano fue aplicado por las socialdemocracias, conformadas entre otros por quienes adherían a los valores legados por la Ilustración.
Para que ello ocurriera existieron profundos cambios en las concepciones científicas, acontecidos entre fines del siglo XIX y el siglo XX. En el ámbito científico, filósofos lógicos como los alemanes Friedrich Ludwig Gottlob Frege (1848-1925) y Georg Cantor (1845-1918) o el británico Bertrand Arthur William Russell (1872-1970), entre otros, convencidos de que las matemáticas por sí solas no garantizaban el desarrollo de las ciencias, encontraron que las reglas que regían el pensamiento humano eran mucho más amplias y aplicables a los tiempos que la lógica de Aristóteles, la geometría de Euclides, las matemáticas de Leibniz o la física de Newton.
El desarrollo lógico de más trascendencia entonces fue la lógica binaria, que sería el punto de partida de los avances tecnológicos posteriores más impactantes. Varias décadas después, en los años 40, el estadounidense Norman Wiener y el húngaro-estadounidense John von Neumann llevan al desarrollo del ordenador digital, máquina que poco a poco comienza a sustituir al pensamiento humano en algunas operaciones lógico-matemáticas. A partir de allí todo se precipitó de manera abrumadora.
Pero llegaron los años ‘70, y la socialdemocracia recibe en pleno rostro los golpes de dos enormes fuerzas que se unieron en su contra: el capitalismo conservador y la revolución tecnológica de la información y de la comunicación.
Para colmo, la guerra del Yom Kippur de 1973 disparó tanto el precio del petróleo como la inflación mundial, y los conservadores se prepararon para “vengarse” de Keynes: para ellos, primero había que recomponer la tasa de ganancia del capital y dejar que la redistribución de la renta y de la riqueza comenzara el largo sueño de los justos.
En cuanto a política económica, los ‘70 y los ‘80 significaron en el mundo contención del salario, reducción de su participación en el PBI, disminución inequitativa de los impuestos y disminución alarmante de la participación del Estado en la protección social.
En los años 90, agotadas las políticas conservadoras en los países centrales, la social democracia retorna allí al poder pero bajo formas distintas a su concepción clásica.
- La globalización
En los últimos años del siglo XX, el cambio tecnológico se origina en el ámbito científico, al mismo tiempo que variaba la situación política y socioeconómica antes descripta. La ola de predominio económico, social y político del neoliberalismo de entonces tiene su valor agregado más alto, cuando incorpora la alianza que el capital y el trabajo establecen con las tecnologías para recomponer los márgenes de productividad y de competitividad perdida.
Así, a la velocidad que imponía la nueva tecnología, todas las sociedades tuvieron que ir acomodándose dentro de sus posibilidades a los cambios irreversibles que se iban produciendo, y el hombre no tuvo más remedio que pensar en nuevas estructuras políticas, económicas y sociales que se adaptaran a los mismos.
Empezamos a escuchar hablar de globalización, y por lo dicho es evidente que sin el conocimiento transformado en tecnología sería imposible pensar en ella. Para el común de las gentes el concepto de “globalización” sonaba cuanto menos extraño, porque educado hasta ese momento bajo los preceptos de patria, soberanía, intereses nacionales, veían cambiar todo en aras de un mecanismo sin fronteras y con formas vagas y difusas que no contenía, ni contiene, ninguna de las concepciones enumeradas.
La confusión entre los valores adquiridos y las nuevas ideas se convirtió en algo que empezaba a ser preocupante, mientras los medios de comunicación nos abrumaban, sin explicarnos racionalmente, con las razones de las supuestas ventajas concretas que nos acarrearía un mundo globalizado.
Era habitual ver y escuchar entonces a ciertos “comunicadores sociales” recitando una letanía aprendida de memoria, y la forma en que se les traspapelaban los argumentos apenas una brisa de infortunios en los mercados hacía trizas sus dogmáticas afirmaciones.
Fusiones y adquisiciones entre las empresas transnacionales de servicios y productos estratégicos (energía, bancos, alimentarias, otros) bajo la excusa de mejorar su competitividad, racionalizar sus gastos, etc., forman parte de esa argumentación falsa. La realidad es que para quienes se benefician de la globalización es más fácil adueñarse de un servicio o producto estratégico cuando el vendedor es uno solo que detenta el monopolio del mercado específico, que si hay un escenario competitivo con muchos actores. El ejemplo entre nosotros fue las ventas en los ‘90 de YPF, Gas del Estado, Entel y otras empresas.
- Pensando hacia el futuro
En este mundo globalizado que nos proponen no hay inclusión ni integración social. Si prospera la globalización solo habrá exclusión sin retorno. Por eso, es ahora cuando los argentinos debemos pisar el freno y tratar de recordar si esto ocurrió con anterioridad bajo otros dibujos de la política.
Y efectivamente esto ya ocurrió, cuando a quienes hoy ya somos adultos mayores y éramos jóvenes estudiantes nos enseñaban que la teoría del derrame económico algún día nos iba a tocar a todos.
Pasaron más de setenta años desde entonces, y factores concurrentes o secuenciales en diferentes momentos de nuestra historia nos muestran que nada de eso ha acontecido, por una sencilla razón: NO podía acontecer.
La primera condición no estaba dada. Era imprescindible un sistema político estable, que no supimos construir. Tampoco estaba dada la segunda condición, que era un sistema económico más equitativo entre las diferentes clases sociales que permitiese que las más bajas accedieran a mejores condiciones de vida, entre las cuales se destaca el acceso a una mejor educación para sus hijos, tal como ocurrió en la Europa de posguerra.
Los resultados están a la vista.
Si entre nosotros todo fue inestabilidad, si todo fueron marchas y contramarchas donde siempre lo que acontecía después constituía un evidente retroceso respecto de lo acontecido previamente, era imposible tener una sociedad equilibrada para enfrentar los desafíos que imponía la incipiente y desconocida globalización, porque si no se está preparado para jugar el juego que proponen los grandes, más temprano que tarde ellos nos sacan del juego, o lo que es peor, no nos dejan jugar.
Pero hoy el mundo real está más lejos de la globalización porque subsisten y se acentúan las diferencias entre las naciones, y porque además, el problema central de la crisis mundial financiera, energética y alimentaria tiende a acentuarse aceleradamente.
Energía y dinero, o viceversa, fueron columnas en las que se apoyó la estructura sobrela que se construyó la idea de la globalización.
Pero el mundo está en vísperas de conocer que la producción mundial de petróleo ha alcanzado su techo o está por hacerlo, razón por la cual, al tratarse de una energía no renovable, en los años venideros, y con una demanda creciente, tendremos que enfrentar la cruda realidad de una disminución de la oferta y los efectos que ello conlleva, por la puja salvaje que se desatará por el acceso a las fuentes energéticas.
Entre esos efectos negativos habrá un desmesurado aumento del precio de los combustibles, que impactará de lleno en los precios relativos de la economía real. Por otro lado, el sistema financiero de los centros de poder está padeciendo los efectos de los derroches y de las políticas económicas erradas que han aplicado desde sus posiciones de supremacía militar en el mundo.
En consecuencia, la energía o el dinero, el que primero colapse, arrastrará inevitablemente al otro, por lo que ya se empieza a avizorar en el horizonte una crisis de envergadura.
En ese caso, el valor de los commodities alcanzará valores hoy impensables, y tal crisis afectará a la Argentina como productora de alimentos.
Para entonces ¿quiénes serán los dueños de nuestras tierras, los pequeños productores o las multinacionales globalizadas?
Toda crisis esconde una oportunidad y si la sabemos aprovechar, si desde ahora hasta entonces nos preparamos para ello y utilizamos el tiempo para construir un sistema político estable, pero por sobre todo si diseñamos un sistema económico más equitativo entre nuestras diferentes clases sociales, si nos integramos como sociedad, podremos entre todos transformar las dificultades en una oportunidad única e irrepetible para nuestra generación y las generaciones de argentinos que nos sucedan.
Jorge Lentini
mail: jllentini@yahoo.com.ar
Jorge Lentini se desempeñó como director de Relaciones Internacionales y Secretario de Proyectos Especiales en la Facultad Regional Avellaneda (UTN).
Fue director del Proyecto Fideicomiso Universidad en la misma Facultad. Está especializado en desarrollos de sistemas de financiación de viviendas a largo plazo.
En tal carácter se ha desempeñado part time en: a) B.V.I. Corporation, Bruselas, Bélgica; y b en Investigación, Desarrollo e Implantación SA, Madrid, España.
En la década del 90 fue miembro externo del staff del Dr. Don Juan Antonio García Diez (ex vicepresidente y ministro de Economía de España – 1977/1982) en el desarrollode diversos proyectos específicos.
Ex Director de Grameen Hábitat Argentina
E-mail: jllentini@yahoo.com.ar