La crítica constructiva:
¿QUÉ ES LA POBREZA ENERGÉTICA?
Construir mejor salvará a miles de compatriotas de la pobreza energética
Por Gustavo Di Costa
La denominada “Pobreza Energética” se define como la situación que sufren los hogares incapaces de pagar por los servicios mínimos de energía necesarios para satisfacer sus necesidades domésticas básicas, o que se ven obligados a destinar una parte excesiva de sus ingresos a abonar las facturas energéticas de sus viviendas. Este problema, de notable actualidad, relaciona directamente aspectos sociales, como la pobreza y la exclusión, con factores ambientales y de política energética, como lo son el precio de la energía doméstica o la eficiencia energética demostrada por el actual parque de viviendas residenciales.
El número de familias en situación de pobreza energética se ha visto incrementado de manera alarmante en los últimos años. Basándonos en datos del Ministerio de Economía de Argentina del año 2010, y en el incremento del costo energético producido desde entonces, se estima que actualmente más de 36% de la población de nuestro país no puede mantener su vivienda a una temperatura adecuada en los meses fríos, y más del 28% invierte, al menos, el 10% de sus ingresos totales para hacer frente a las facturas energéticas, porcentaje que sigue aumentado año tras año.
El parque edilicio argentino no fue concebido contemplando un diseño higrotérmico, es por ello que en la actualidad las viviendas requieren de una cantidad de energía mucho mayor a la que podría demandar un buen detalle constructivo para lograr el confort de sus habitantes. En forma paralela, la quita de subsidios en las tarifas de electricidad y gas, después de casi 15 años de permanecer congeladas, implica como consecuencia un significativo incremento en el costo de los mencionados servicios. Durante los últimos años, la demanda energética creció exponencialmente, a un ritmo llamativamente superior respecto de la oferta. La mayor parte de la población argentina comenzó a tomar conciencia en este último tiempo sobre el uso responsable de la energía, principalmente, dado el incremento que su valor reviste en la actualidad. Por otro lado, el consumo de energía en la industria de la construcción representa más del 30% de la demanda total. Reducir dicho valor implicaría un evidente alivio de la crisis energética y la protección del ambiente.
Habitar una vivienda deficientemente aclimatada, la cual no puede mantener una temperatura y humedad estable y confortable en su interior, puede provocar serios problemas para la salud, tanto físicos (artritis, neumonía, asma) como mentales (depresiones), principalmente, en la población más vulnerable, como por ejemplo, las personas de edad avanzada.
En España, según se destaca en el último informe del Observatorio de la Sostenibilidad (OSE), la pobreza energética es la causante de entre 2.300 y 9.300 muertes prematuras cada año durante la estación invernal, con especial incidencia entre las personas de la tercera edad. Argentina no cuenta con datos al respecto.
Nuestra arquitectura vernácula desconoce, en líneas generales, las bondades de un diseño consecuente con un detalle constructivo fiel a los valores de Transmitancia Térmica (K) recomendados por las Normas IRAM, en especial, la 11.605, encargada de establecer en su texto los tres niveles de confort que responden a diferentes temperaturas de diseño interior para cada temperatura exterior de diseño, las cuales se encuentran vinculadas a las distintas localidades de la Argentina. El exceso de calor en nuestra arquitectura se ha resuelto durante años con subsidiadas cargas de refrigeración, mientras las pérdidas térmicas registradas en el invierno se compensaban con calefacción, mayoritariamente, alimentada con un gas también subsidiado. Un contexto, el de los subsidios, hoy impensado, si consideramos que en 2018 Argentina abonó unos 15 mil millones de dólares para habilitar la importación de combustibles.
Construir mejor, diseñar instalaciones adecuadas, salvará a miles de compatriotas de una carencia evitable: Su pobreza energética.
Por Gustavo Di Costa (*)
(*) Arquitecto. Docente de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Palermo. Profesor de la Facultad de Arquitectura en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE). Co-Director de ConTécnicos SRL, empresa dedicada a la capacitación en temas de arquitectura y construcción (www.contecnicos.com.ar).
Gustavo di costa [dicarq@yahoo.com.ar]