Esta vez no llegó un sobre.
Llegó una cajita de correo.
La abro con curiosidad sabiendo quién me la envía.
Encuentro una pequeña soga de cáñamo muy bien trenzada de aproximadamente un centímetro de diámetro.
Robert en plena selva salteña había trenzado estas cuerdas para sostener sus carpas con materiales vegetales porque estaba lejísimos de conseguir costosos cables de acero.
Me decía que los diámetros pueden cambiar. Los largos son prácticamente infinitos y los tipos de trenzados son antiquísimos y variados.
Enseguida me vino a la mente: hipermodernas estructuras con telas y cables de acero que aparentemente están marcando una tendencia entre los arquitectos más talentosos del mundo.
Me las ingeniaría para enviarle este libro a Robert.
Se me agigantaba su figura. Era un náufrago en plena selva construyendo con un enorme ingenio sus obras.
¿Cómo no va a tener un lugar especial en nuestro portal aquel que tiene tanto amor por el arte de construir?
Le voy a enviar un diploma de arquitecto “honoris causa” mal que al le pese.
Un náufrago en Argentna