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Planifico, Luego Existo…- La Crítica Constructiva – Arq. Di Costa

LA CRÍTICA CONSTRUCTIVA 

Planifico, luego existo…

 Arq. Gustavo Di Costa

En la planificación de la ejecución de una obra, se tratan de definir las precedencias de un conjunto de actividades. Al hacerlo, es lógico estimar -en primer lugar- todas aquellas tareas productivas, las cuales afectan directamente, al constructor. Dichas actividades condicionan, y a la vez son condicionadas, por los trabajos de otros agentes intervinientes en el proceso: El promotor, el equipo proyectista, la dirección de obras, los subcontratistas, los proveedores de materiales y elementos, la administración, las compañías de servicios, entre muchos otros.

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Por lo tanto, planificar la ejecución de una obra, no significa exclusivamente sumar actividades específicas de cada uno de los participantes, sino del conjunto de todos ellos. Se deberán cumplir la función de síntesis, integrando la intervención de los participantes mediante un instrumento capaz de asegurar la coordinación de las actividades a realizar por todos ellos, de acuerdo con ciertos objetivos generales. Se intenta relacionar, de manera esquemática, las actividades principales de las diversas etapas del proceso de edificación, conjuntamente con los citados agentes intervinientes.

La propia concepción del planeamiento, su proceso de elaboración, el alcance y tipo de programa obtenido, afectados por la problemática que en cada caso concreto atañe a los participantes, permitirá detectar áreas donde pueden existir futuros inconvenientes, y por su estructura, resolverlos en cada etapa. Si entendemos al plan como el elemento base de coordinación entre los participantes, la propia elaboración del mismo deberá llevarse a cabo de manera coordinada, actuando todos los partícipes implicados. Ello supone contar, desde el origen, con objetivos muy concretos: Un proyecto a materializar perfectamente definido, más una presencia de todos los agentes en cada una de las fases del proceso. Resulta evidente que el actual desarrollo del sector de la construcción, no se ajusta generalmente, a los criterios expuestos. Las diversas fases del proceso constructivo (promoción, diseño, contratación y ejecución), no muestran habitualmente, una coherencia interna fruto de un plan y objetivos globales, sino que se plantean de manera compartimentada, como si cada uno tuviese una dinámica propia, independiente de las otras.

En la construcción de edificios, el modelo más frecuentemente adoptado en la práctica es el de un promotor encargado de contratar -por un lado- a un equipo responsable de redactar el proyecto y dirigir las obras, -y por el otro- contratar la ejecución a un constructor, quien, a su vez, puede subcontratar partes o unidades de la obra. En aquellas promociones de gran volumen u obras industriales, resulta frecuente que el promotor encomiende todas las operaciones de proyecto y dirección a una oficina técnica, la cual contrata por separado a diferentes empresas para materializar las distintas partes o episodios de la obra. La coordinación entre los participantes en la ejecución de la obra, y entre las actividades desarrolladas por cada uno de ellos, se establecerá tanto en la fase de planificación como en el seguimiento y control de ejecución. En la planificación, la misión del coordinador será desarrollar el programa de ejecución de la obra, de acuerdo con objetivos predefinidos y considerando los intereses de todos los participantes.

Por Gustavo Di Costa (*)

(*) Arquitecto. Profesor de la Facultad de Arquitectura en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE). Co-Director de ConTécnicos SRL, empresa dedicada a la capacitación en temas de arquitectura y construcción (www.contecnicos.com.ar).

 

 

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