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La Crítica Constructiva Nº 23 – Una Obra de Calidad

ARQUITECTURA / LA CRÍTICA CONSTRUCTIVA

LA CRÍTICA CONSTRUCTIVA Nº 23

UNA OBRA DE CALIDAD

Por Gustavo Di Costa

Una obra de arquitectura conforma un conjunto de esfuerzos efectivos de los diferentes grupos de una organización, para la integración del desarrollo, mantenimiento y superación de la calidad de un producto, con el fin de hacer posible su fabricación y servicio a completa satisfacción del consumidor. El nuevo significado del termino «control» es el de “dominio” o “prevención”. Radica en dominar la producción para resguardarla dentro de las especificaciones establecidas y acordadas. Implica ir midiendo resultados sobre la obra en construcción, a los efectos de verificar que se mantengan entre las tolerancias establecidas y si fuera el caso, evaluar la calidad del producto a través de sus etapas de desarrollo, con relación a indicadores que se fijarán para asegurar que el resultado final sea satisfactorio.

Entonces, la calidad de un producto debe elaborarse y mantenerse durante el proceso de fabricación y el servicio que preste a través de su vida útil. Este concepto modifica otro, el de verificar la calidad exclusivamente al final de la línea de producción o del proceso constructivo, donde en caso de rechazo se acrecientan los desperdicios por efecto del valor agregado. Esta acción resulta ser muy importante, pues define el camino para una metodología basada esencialmente en una tarea de prevención, atacando las posibles causas de desviaciones, respecto a las tolerancias, antes que los efectos del rechazo se hayan producido. Atento a ello, el control se muestra como algo más definido, constituyendo la actividad vigilante para que el producto se mantenga dentro de las tolerancias, estableciendo indicadores que a lo largo del proceso nos mantengan en guardia contra posibles desvíos.

Control entonces, son los procedimientos seguidos para asegurar que se alcance y mantenga una meta fijada en cuanto a calidad o resultados.

Para ello, necesariamente tendremos que comenzar formando un cuerpo normativo con todos los materiales, elementos y sistemas que intervienen en los procesos constructivos, contemplando las diversas utilizaciones y funciones a fin de ajustar las normas a las mismas, tal que permita seleccionarlas cada vez que se precisen determinadas cualidades en la producción. Se adoptarán criterios, especialmente respecto a la durabilidad del material o elemento en relación a la pieza donde interviene, más su importancia o incidencia respecto a la obra total.

Un valioso auxiliar para la producción y la calidad es la normalización, la cual ha sido definida como: «El establecimiento por la autoridad, por la costumbre o por el consenso general, de una regla o patrón que debe ser acatada». El experto J. M. Juran, en su libro «Manual del Control de la Calidad», dice en uno de sus capítulos: «La especificación de la calidad es tan antigua como la historia escrita. La Biblia brinda especificaciones para los edificios, los alimentos y otros productos. Igualmente, en los anales de antes de Jesucristo, incluido el babilonio (605 AC); en la manufactura egipcias de lienzos (2000 años AC)».

En una sociedad sencilla, la especificación de la calidad no es más que un trámite para asegurar la coincidencia de dos opiniones. En la compleja sociedad industrial de nuestros días, la especificación ofrece un significado mucho más relevante. De esta manera, la especificación de la calidad asume casi las características de una verdadera Ley Industrial.

Como dijimos, en la antigüedad no había muchas medidas. A falta de ellas, las características respecto de la calidad se describían con palabras. Pero, al mismo tiempo, existía una gran incertidumbre en la interpretación de las palabras. Cuando comenzaron a emplearse asiduamente los planos y las especificaciones por escrito, la práctica radicaba en brindar dimensiones exactas, esto es, un número para definir las características. Pero cuando los operarios de los talleres comenzaron a medir lo que estaban construyendo concluyeron que, hiciesen lo que quisiesen, el producto siempre difería en algo respecto de las especificaciones dadas y ante la imposibilidad y costo exagerado para llegar a la perfección, surgió el concepto de «tolerancia».

La finalidad de la especificación se basa en la definición. Un producto, un servicio o una simple característica de la calidad, deben ser definidos dentro de la industria de la construcción con un vocabulario que no admita interpretaciones dudosas, si las numerosas partes interesadas desean comprenderse cabalmente unas a otras.

Por Gustavo Di Costa (*)

(*) Arquitecto. Docente de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Palermo. Profesor de la Facultad de Arquitectura en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE). Co-Director de ConTécnicos SRL, empresa dedicada a la capacitación en temas de arquitectura y construcción (www.contecnicos.com.ar).

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